lunes, 21 de marzo de 2011

Siniestro Total hablando de la "Ley Sinde"

¿Hablamos de la ley Sinde? ¡Ajá, estamos en la llama! Y no lo decimos por la ley antitabaco que ha olvidado prohibir el botafumeiro que, como su propio nombre indica, también ‘bota fume’. Bueno, vamos allá. La Ley Sinde no existe: es sólo un apartado de la ley de economía sostenible o como carajo se llame. Y ese es el principio de todos los problemas. Hacen falta unas normas específicas que regulen la industria cultural y la difusión de sus productos. No es pensable, por ejemplo, que cinco tipos, como nosotros y este ‘Country & Western’ que acabamos de sacar, se tiren dos años trabajando en un proyecto manteniéndose del aire. Una cosa es que no tenga aceptación (que es un riesgo que corremos solitos) y otra es que se infravalore difundiéndose gratuitamente sin que nosotros hayamos decidido regalarlo. El argumento es que los músicos nos tenemos que conformar con tocar en directo. ¡Vaya novedad! Si siempre ha sido así en este país... Se está utilizando la demagogia y eso está muy feo. Si lo que se quiere son productos culturales gratis no hay problema: ya los hay. Shakespeare y Bach no tienen derechos pero mucho nos tememos que de lo que se trata, antes que de leer a William y escuchar a Johann Sebastian, es de tener lo último de Lady Gaga por la cara. Es una actitud muy carpetovetónica, igual que la de erigirse en representante de lo que sea. (¿De dónde sale una asociación de internautas con legitimidad para ser recibida en un ministerio o para rechazar una ley? Todos —y cuando decimos todos, es TODOS— somos internautas y a nosotros nadie nos ha consultado nada ni nos ha pedido una autorización para hablar en nuestro nombre.) El problema es que la industria del entretenimiento no puede fabricar productos nuevos si no tiene ni la más remota posibilidad de amortizarlos. Tampoco es un problema tan grave: se desmantela la industria y cada uno en su casa y Dios en la de todos. Lo más paradójico es defender la gratuidad de la cultura y no la de la vivienda o los alimentos: con la burbuja inmobiliaria nadie se quejó del aumento desproporcionado del precio de los pisos. La voluntad manifestada de pagar precios “razonables” por descargas es una patraña: contra la gratuidad no hay competencia posible. Llegados a este punto, también conviene recordar que España no está sola en el mundo y que cuando los americanos den un puñetazo en la mesa, ya nos podemos echar a temblar. Entrevista al completo en: http://www.sonicwavemagazine.com/siniestro-total%20-leyendas-de-futuro_section_8025.html

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